quarta-feira, 14 de dezembro de 2011

LA PERSECUCIÓN (Juan Bonilla)

Está la muerte tan segura
de que va a alcanzarte
que te ha dado una vida de ventaja.


De ella procedes, de su vientre oscuro,
y a ella te diriges, a su insondable sótano,
así que corre, corre, piérdete en los bosques

sagrados de la vida sin futuro,
graba en los troncos tu nombre secreto,
ese que no conoce nadie más que tú,

y mezcla tu ignorancia acerca de quién eres
con la ignorancia de los otros.
A fuerza de ignorancia serás sabio.

Por tus bolsillos rotos se desliza sin descanso el tiempo hacia la tierra

donde quedan tus huellas un instante.
No te vuelvas a mirarlas, son abismos
donde va derritiéndose tu identidad.


Los mastines de la muerte están buscándote
haz que se llenen el hocico
con las cuchillas con que formulaste en tantos sítios

tu nombre, no el que te impusieron los mayores
sino el que has inventado a cada paso
para amarte en todas las cosas de este mundo.


Te darán caza los mastines de la muerte:
saberlo te hará más fuerte y más veloz.
No aceptes pues las prórrogas cobardes
que inventa la debilidad y el frío del futuro:
otras vidas en dimensiones hipotéticas,
ni edenes en los que ángeles siniestros
sellan el pasaporte de un difunto valorando
acciones sustentadas por un vómito de dogmas.


La muerte está segura de su triunfo:
corre, pues, corre, es solamente un juego sin por qué.

Las reglas poco importan si resistes
y el resultado está amañado y aunque pierdas
has de vender muy cara tu derrota.